Dos
textos de Friedrich Nietzsche sobre el eterno retorno
La Gaya Ciencia, § 341
El peso más grande. ¿Qué ocurriría si un
día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más
solitaria de tus
soledades y te dijese: «Esta
vida, tal y como tú ahora
la vives y como la has vivido,
deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá
en ella nada
nuevo; sino que
cada dolor y cada placer,
y cada pensamiento, y cada
suspiro, y cada cosa
indeciblemente pequeña y grande de tu vida
deberá retornar a ti, y todas en la
misma secuencia y sucesión: y así también
esta araña y esta luz de luna
entre las ramas,
y así también este
instante y yo mismo. ¡El
eterno reloj de arena de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con
ella, granito de polvo!?». Si esto sucediera, ¿no te arrojarías entonces al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te ha hablado de esta forma?
¿O quizás has vivido ya alguna vez
ese instante infinito, y tu respuesta entonces fue la siguiente: «Oh, tú eres
un dios y jamás oí nada más divino»? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal y como eres ahora,
una transformación y tal vez te
trituraría; acerca de cualquier cosa
te plantearías siempre
la pregunta «¿quieres esto otra vez e innumerables veces
más?», y ello
pesaría sobre tus acciones como
el peso más grande.
Y además, ¿cuánto
deberías amarte a ti mismo
y a tu vida para
no desear ya otra cosa
que esta última y eterna sanción, este sello?
Así habló Zaratustra, II, «De la redención»
Que el tiempo no camine hacia
atrás es lo que secretamente nos causa más rabia. «Lo
que fue, fue»: así se llama
la piedra que ella, la voluntad, no puede en modo alguno
remover... Esto
sí, esto sólo
es la raíz de nuestra
más profunda venganza: la aversión de la voluntad contra el tiempo y contra su imborrable «fue»... El espíritu de la venganza, amigos míos, sobre esto es sobre
lo que mejor
han reflexionado los
hombres hasta ahora;
y donde había sufrimiento allí
debía haber siempre
castigo... hasta que la voluntad creadora añada: «¡Pero yo lo quiero así!
¡Yo lo querré así!»... Algo
superior a toda
reconciliación tiene que querer la voluntad que es voluntad de
potencia. Sin embargo, ¿cómo ocurre esto? ¿Quién ha enseñado incluso
el querer hacia
atrás?